Hoy comienza el invierno, y siempre que llega la estación recuerdo mi viaje a la Antártica y el miedo que tenia en principio de no morirme del frio, de llevar todo lo necesario, poleras térmicas, zapatos especiales, calcetines gruesos, y un largo etcétera, pero lo que encontré no fue frio, lo que encontré fue la visualización pura y majestuosa de sentirme un grano de arena en un inmenso océano gélido en la mitad de la nada misma.
Recuerdo haber salido en un zodiac a recorrer el basto océano Antártico y ver al chofer de dicha embarcación echar un pack de pilas de back up a un bolso. Cuando se dio cuenta de que lo miraba intrigado, me dijo ¿sabías que nuestras vidas en esta expedición dependen de este par de pilas? Y se rio.
De inmediato comprendí que ese GPS era la diferencia entre la vida y la muerte.
Cuando preparábamos todo para avanzar, pensaba, estamos en este barco gigante, es muy difícil que nos lleguemos a perder, de seguro el barco se ve desde cualquier lugar, así que eso me dejaba algo más tranquilo, pero en la medida de que el Zodiac fue avanzando, nos escondíamos en lo más recóndito de los Icebergs, Icebergs que por lo demás desde el barco parecían esculturas blancas y que terminaron siendo rascacielos inalcanzables algunos verdaderas obras de arte de la naturaleza y por cierto al mirar atrás el barco ya no estaba.
Recuerdo ir a gran velocidad avanzando en el zodiac, que flotaba por encima de las olas que creaba, mientras el gélido frio golpeaba mi rostro y las gotas de agua salpicaban mis manos, las cuales se agarraban fuertemente a la cuerda de seguridad. Era todo muy adrenalínico, casi como un viaje astral. (Por lo que me han contado)
En algún minuto el zodiac apago el motor y la embarcación avanzo en un completo silencio, como en cámara lenta, quizás sentí eso por lo mágico e hipnótico del paraje, lo único que escuchaba era la brisa leve de la inmensidad.
Mientras tanto pensaba, ¿Quiénes somos y a que venimos? ¿Cuál es el sentido de todo esto? Como un astronauta en reflexión, como un extraño, en un planeta bello, pero al mismo tiempo hostil.
Sentí en algún minuto que este viaje era el fin de algo gigante, algo que está por sobre nosotros, y pensé que por alguna razón nosotros somos el último bastión en el universo y que quizás por eso, somos tan codiciados.
Quien sepa entender, comprenderá lo que digo.
Por Iván Vega 21-06-2023
#ReflexionesTestimonioOvni
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